TRANSITAR, circular, recorrer, caminar, trasladarse, deambular, vagar, pasear… Rodrigo Zamora se convierte en el flâneur baudeleriano de nuestro espacio público. La ciudad es el escenario en el que el artista fluye. Por necesidad, o por placer. Porque en 2008 más de la mitad de la población mundial vivirá en entornos urbanos, y por ello, lo urbano se convierte en nuestro paisaje natural.
RECOLECTAR, escoger, recortar… Detener la mirada. Elegir un objeto, un retazo del tránsito y fotografiarlo, contextualizarlo en un marco preciso, concebido por el artista y creado mecánicamente por el objetivo de la máquina. En este acto de coleccionista - la elección, la apropiación y la acumulación- Zamora define su interés. Lo inmóvil, lo desapercibido, lo utilitario. Cajas de tomas eléctricas, postes de luz, que siempre aparecen en las calles de cualquier ciudad, en una suerte de búsqueda de lo eterno en lo transitorio.
RECORDAR, depurar, reconstruir… seleccionar desde la fotografía, y por tanto desde esta realidad distorsionada por la acción del fotógrafo y de la cámara. Partimos de un hiperrealismo teórico, para llegar a comprender (como recuerda Victor I. Stoichita en Ver y no ver*, citando a Émile Zola), el espacio de reflexión creado en la representación artística realista: “No se tiene la creación exacta y real, sino la creación modificada por el medio a través de la cual pasa la imagen… La imagen que se produce sobre esta pantalla de nueva especie es la representación de las cosas”.
MATERIALIZAR, manipular, montar, construir… y en la obra de Rodrigo Zamora, no sólo tiene importancia el proceso conceptual, sino que, y cada vez más, al trabajo físico, o su ausencia. Sus materiales y a la transformación cada vez más limpia de los mismos. La investigación conjuga la elección del motivo, pero con igual importancia, de los ingredientes tangibles y su uso. Pasan de recrear tridimensionalmente, totalmente manejados por la mano del artista, a crear en sí mismos, sin adiciones, sin casi acción.
COLECCIONAR: imágenes, objetos, impresiones, materiales… el conjunto de esta exposición se convierte de este modo en un “gabinete de maravillas”. No del primer renacimiento, sino de la contemporaneidad. No de lo extraño, sino de una selección de lo más desapercibido y a veces no valorado de nuestro entorno, tanto el contenido como el continente, tanto lo representado como el soporte. Una acumulación de depuraciones conceptuales y materiales.
*Victor I. Stoichita, Ver y no ver, Ediciones Siruela, 2005
Galería Towpyha inicia sus actividades en el año 2005, especializándose en arte abstracto, geométrico y latinoamericano.
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